¿Volveremos realmente a la normalidad?

Artículo de opinión de Moisés Camarero Aguilar, Director General del Grupo Compusof, sobre la nueva normalidad.

Los días anteriores a las vacaciones, leí un artículo sobre tres bellas rutas para disfrutar conduciendo este verano. Recomendaban el Puerto de la Lunada en Cantabria cuyo verdor apabullante se puede disfrutar desde una de las carreteras más tranquilas y pintorescas de España; otro destino atractivo era la Jacetania, al norte de Huesca, que asciende hasta los Pirineos plagada de pueblos encantadores. Por último, el Cañón del Sil y la Ribeira Sacra, con sus 35 kilómetros de laderas vertiginosas que descienden entre viñedos hasta el río. Mientras soñamos con playas y montañas, la situación sanitaria se ha ido complicando con rebrotes y contagios que se han extendido de comunidad en comunidad.

El resultado lo estamos conociendo después de este breve paréntesis veraniego, hayamos conducido o no por los bellos paisajes de España. Económicamente parece inviable otro confinamiento total ya que nos llevaría a la quiebra incluso con la ayuda de la UE, que ha supuesto algo más del 11% del PIB. Y es que el pasado mes de mayo los ingresos públicos cayeron más de un 30% mientras el gasto se disparaba, haciendo la situación insostenible, puesto que es obligado proteger a la ciudadanía. Parece que existe una tercera vía razonable que incluye continuar favoreciendo el teletrabajo y la teleformación, además de proteger especialmente a los más mayores, que a la vez son también los más vulnerables.

Desde nuestra experiencia podemos asegurar que, si la empresa privada no está del todo preparada para el teletrabajo masivo, la Administración Pública tampoco lo está. La nueva ley del teletrabajo que está a punto de aprobarse implicará proporcionar medios a aquellos que apuesten por el trabajo en remoto, incluidos los funcionarios, lo cual supone proveerles de dispositivos móviles y comunicaciones a gran escala con el objeto de garantizar el correcto funcionamiento de los servicios públicos.

Aún más preocupante es la situación de la Educación. Los jóvenes han perdido muchos meses de enseñanza, si bien el efecto ha sido más acusado en los colegios públicos, donde no siempre es asumible proveer de un portátil a cada niño. Gracias a los fondos europeos y a las Comunidades Autónomas esta situación se va a poder paliar. Lo que está claro es que viviremos una situación incierta hasta que se pueda administrar masivamente una vacuna que resulte efectiva.

Mientras tanto, el sector público y el privado tendrán que colaborar para poner soluciones a una situación realmente complicada. La conclusión es que el teletrabajo y la teleformación han venido para quedarse y que los distintos sectores económicos van a tener que reinventarse en torno a la tecnología. Habrá ganadores y habrá perdedores y asistiremos a ver cómo unos sectores toman protagonismo y otros pierden importancia. Entretanto hay algo que nunca cambiará. Las aguas del Sil siguen corriendo impasibles como lo hacen desde hace siglos, alimentando las vides de la Ribeira Sacra.

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